Leerles cuentos a los niños desde las etapas tempranas de la vida promueve el desarrollo cerebral y afectivo.

Los seres humanos somos el resultado de la interacción entre nuestros genes y el estímulo y afecto que recibimos de nuestro entorno familiar y social. Cuanto más lo estimulemos mayor será el complejo entramado de la mente.

Los primeros años de la vida son cruciales para el establecimiento de hábitos saludables.

La lectura de cuentos es una actividad ideal para lograr este propósito,esta actividad tiene que ser placentera y desprovista de cualquier signo de obligatoriedad. Debe reiterarse regularmente para que logre instalarse como hábito.

La lectura de cuentos, estimula entre otras cosas:

  • El desarrollo intelectual.
  • El desarrollo del lenguaje, que permite no sólo nombrar objetos, sino que posibilita comunicarnos con los demás, expresar lo que sentimos, lo que nos pasa.
  • El desarrollo del pensamiento. El pensamiento se origina al mismo tiempo que el lenguaje y son interdependientes. La lectura enriquece el pensamiento
  • La construcción de nuestra subjetividad, de nuestra identidad personal,  familiar y social.
  • La imaginación y creatividad. Nos permite imaginar otros mundos, otras realidades posibles, otras épocas, distintas al entorno conocido.
  • Ayuda a superar conflictos vitales (celos, miedos, angustia de separación,  pérdidas, etc.) o situaciones traumáticas. Le permite al niño identificarse con personajes, proyectarse, encontrar algún tipo de      resolución.

El desarrollo afectivo con los libros y sobre todo con las personas que les  leen. Los padres al leer y divertirse con los hijos, les brindan momentos  de intimidad, de seguridad, tranquilidad y afecto que dejan improntas  positivas para toda la vida

Si bien el propósito no es que el niño aprenda a leer antes, se reconoce que la lectura de cuentos, tiene una influencia muy positiva sobre el ulterior aprendizaje de la lecto-escritura. Dado que las imágenes y las letras   comienzan a formar parte de su universo precozmente.

También incrementa la capacidad de comprender la realidad, de aprender, de adquirir conocimientos y del futuro desempeño escolar.

El propósito fundamental es que el niño adquiera el hábito lector

Esto significa descubrir el placer que aporta la lectura, comprobar que al abrir un libro se despliega un universo de situaciones y emociones. El niño se apropia del libro, lo hace suyo, está dentro de su universo, no lo considera ajeno o reservado a otros sectores. Le pertenece por derecho.

A diferencia del juego, que es innato, el hábito de la lectura se aprende, se adquiere y siempre tiene que haber un adulto que lea.

Los tres vértices imprescindibles para lograr esto son: “un niño, un libro y un adulto comprometido”.

¿Y cómo leer en el 1° año de vida?

Según Yolanda Reyes (escritora colombiana y experta en literatura infanto-juvenil ), desde el nacimiento están los llamados “libros sin páginas”. Son todas las canciones de cuna, los arrullos, palabras amorosas, movimientos y sonidos rítmicos junto con caricias, que hacen que al escucharlas, el niño  evoque sonidos rítmicos y voces que les llegaban cuando aún estaba en la panza de su mamá.

Entre los 4 y 6 meses, cuando el niño comienza a incorporarse y tomar objetos, aparecen los  “libros juguetes”. Son libros hechos con materiales resistentes (plástico, tela, cartón plastificado) con imágenes grandes y coloridas. Este libro será llevado a la boca, mordido, arrojado al suelo. Irá a la bañera. Ésta es su forma de leer.

Alrededor del año aparecen los “libros de imágenes”, en cartón plastificado. Con imágenes de objetos conocidos por el niño, coloridas, sin textos, donde el adulto puede ir nombrando lo que se ve e ir armando una historia simple. Es importante saber que la atención a esta edad es muy fugaz y deben ser respetados los tiempos del niño. La lectura nunca debe ser forzada siempre tiene que estar unida al placer.

Hay que tratar de que esta actividad, aunque sea fugaz, se reitere cotidianamente para que el niño la espere con placer y se vaya instalando como hábito.

Para contar cuentos a los niños, no es necesario tener cantidades de libros. Los padres pueden:

  • Hablarle, rodearlo de palabras durante los cuidados cotidianos.
  • Cantarles canciones.
  • Contarles historias breves a partir de fotos o dibujos.
  • Fabricar libros y jugar con él.
  • Señalar objetos, repitiendo sus nombres.
  • Prestarse los libros. Es muy bueno que los libros circulen.
  • Armar  títeres y jugar juntos…
  • …Y sobre todo jugar y divertirse con él!

Fuentes :

  • Sociedad argentina de Pediatria (www.sap.org.ar)
  • Grupo de Promoción de la Lectura
  • El arte de contar cuentos
  • Leer es un juego
  • Los bebés y los libros
  • Manual para padres, abuelos, tíos y hermanos
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